A veces, incluso Beyoncé tiene que sacar su parte más decidida.
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Hay un momento crítico para comprender el peso emocional y cultural de Lemonade, el exitoso sexto álbum de Beyoncé que destruyó géneros, y que llega al final de “Freedom”, un himno de empoderamiento que samplea una canción carcelaria de la era de los derechos civiles y en la que colabora Kendrick Lamar. La voz de una anciana interviene: “I had my ups and downs, but I always find the inner strength to pull myself up,” afirma. “I was served lemons, but I made lemonade”.
Se dice que esas palabras, pronunciadas por la abuela de su esposo JAY-Z al cumplir 90 años en 2015, inspiraron el concepto detrás de este proyecto radical, que se acompaña de una película y palabras de la poetisa británica-somalí Warsan Shire. Tanto el álbum como su acompañamiento visual están profundamente ligados a la identidad y la narrativa de Beyoncé (su feminidad, su negritud, su matrimonio) y constituyen su trabajo más revelador hasta la fecha.
Los detalles lo hacen tan identificable que cada canción duele. El proyecto es furioso, desafiante, angustiado, vulnerable, experimental, poderoso, triunfante, divertido y valiente: una orgullosa declaración personal lanzada sin previo aviso en una época de escrutinio público y sufrimiento privado. También es sorprendentemente duro. Entre lágrimas, incluso Beyoncé tiene que sacar su parte más decidida: “I’ma keep running ’cause a winner don’t quit on themselves”. Esta fuerza (lírica, vocal, instrumental y personal) empujó su imagen pública de una mera leyenda a una cuasisuperheroína de la vida real.
Cada instante de Lemonade merece ser estudiado y celebrado (el autocastigo en “Sorry”, la política en “Formation”, las creativas colaboraciones como las de James Blake y Karen O), pero la canción que apunta a lo más ambicioso musicalmente puede ser “Don’t Hurt Yourself”, un dúo de psico rock con sampleos de Zeppelin y Jack White. “This is your final warning”, dice en un momento de calma inquietante. “If you try this shit again/You gon’ lose your wife”. En apoyo, White ofrece unas sabias palabras: “Love God herself”.