La Reina se inspira en los cambios constantes de la escena del pop y los reinventa a su manera.
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Cuando el quinto disco de Beyoncé apareció sin previo aviso en iTunes en diciembre de 2013, el mundo del pop se puso a temblar. Una de las estrellas más grandes de la música obvió la presentación de su nuevo trabajo y, en cambio, avisó a la gente de su existencia al lanzarlo. De todas maneras, BEYONCÉ hubiera sido un hito artístico, independientemente de la manera en que se publicó. A través de sus 14 canciones, Beyoncé se supera a sí misma artística y emocionalmente: habla sobre sus inseguridades, sexualidad y alegría de vivir en temas que demuestran la fortaleza y versatilidad de su voz.
El sonido de la escena pop cambió con el comienzo de la nueva década. Temas influenciados por el electro-pop usurparon el lugar en la radio y los charts que le pertenecían a Beyoncé y otros talentos de R&B durante los años 2000. BEYONCÉ demostró que la también empresaria era parte de la realeza del pop al inspirarse en algunos de los aspectos más seductores del género para reinventar su estilo.
“Trabajé día y noche para tratar de descifrar el código de Beyoncé”.
El disco cuenta con colaboraciones de gran peso en la cultura popular, como Drake, que interpreta a su enamorado en “Mine”, y Frank Ocean, que acompaña a Beyoncé en la suntuosa producción de Pharrell Williams “Superpower”. El deseo de Beyoncé de explorar los límites de la música resultó en un álbum que existe en un universo propio, consciente de las modas del momento pero dispuesto a desafiarlas de maneras divertidas. BEYONCÉ representa un antes y un después para la cantante: el punto de inflexión en el que define al estrellato pop, aunque a su tiempo y en sus propios términos.