Donald Fagen y Walter Becker entregaron una obra maestra llena de romanticismo trágico.
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El método de grabación de Donald Fagen y Walter Becker evolucionó, de un grupo fijo de personas que tocaban un set de canciones de principio a fin, a un proceso artesanal en el que probaban a diferentes músicos para el mismo rol hasta encontrar una combinación satisfactoria en cada una de sus melodías. A pesar de lo sofisticado que fue el proceso, Steely Dan nunca sonó tan directo como en Aja que incluye R&B en “Josie”, bounce en “Black Cow” y música de baile real y no un discurso sobre ella en "Peg".
“Steely Dan es la banda que canta cada canción que te encanta y que no sabes de quién es”.
En la niebla costera del pop californiano de los 70, Fagen y Becker siempre aparecieron como hipsters neoyorquinos estudiados en R&B y jazz. Pero en Aja fue la primera vez que su identidad musical se manifestó con claridad. Y aunque hay muchos segundos lugares, ningún personaje capturó el romanticismo trágico de Steely Dan como el chico suburbano que protagoniza “Deacon Blues”, que fantaseaba con convertirse en saxofonista para terminar borracho y muerto en un accidente automovilístico. Era un incomprendido, pero al menos creía en algo.