La reina del pop emerge de un infierno de prensa amarillista con un álbum íntimo.
77
Desde el éxtasis espiritual de la canción que titula el disco y que encabezó las listas de éxitos junto con su video controversial en el que Madonna mezcla religión, racismo y una fantasía interracial como sólo ella podía hacerlo, Like a Prayer marca el regreso de la reina del pop desde el infierno de la prensa amarillista hasta su renacimiento como una auténtica artista. Su entonces reciente divorcio con Sean Penn sólo amerita alguna referencia ocasional en este material, sobre todo en el dinámico corte de synth-pop “Till Death Do Us Part”. Aquí los temas personales hablan sobre ella, no sobre su ex.
Eso implica adentrarse en sus traumas familiares en “Promise to Try”, una reflexión sobre la muerte de su madre, y “Oh Father”, que analiza la complicada relación con su padre con ternura y dureza. Y luego está la intensa “Express Yourself”, su versión de “Respect”, un himno lleno de confianza y poder que manifiesta su inevitable dominio cultural.