Jay alcanzó la cima en 2001, pero aún tenía cuentas pendientes.
The Blueprint
JAY-Z
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A comienzos del milenio, JAY-Z, que hacía apenas unos años no había conseguido despertar el interés de ninguna discográfica, llevaba a sus espaldas el peso de una cultura que trataba de legitimar para un público que quizás aún lo consideraba flor de un día. Lanzado el 11 de septiembre de 2001, The Blueprint fue recibido como un clásico instantáneo gracias a canciones que caminan entre la brutalidad (“Takeover”), la arrogancia (“Girls, Girls, Girls”), el humor (“Izzo [H.O.V.A.]”) y una vulnerabilidad que conquista por sorpresa (“Song Cry”). Con la excepción de LL Cool J, el hip-hop no contaba con ejemplos de segundos actos hasta entonces.
The Blueprint, el sexto álbum de JAY-Z, amplía los horizontes líricos del mainstream rapero al mismo tiempo que regresa a los orígenes del género con sus samples de rock y soul clásicos, obra en parte de un joven Kanye West. El resultado sirvió para establecer una continuidad histórica.
“Es muy educativo para cualquier principiante. Es imposible odiar a un tío que te está enseñando el plan y demostrando que funciona”.
Playboi Carti
“Reasonable Doubt, classic/Shoulda went triple” (Reasonable Doubt, un clásico/Debería haber sido triple platino), rapea Jay en “Blueprint (Momma Loves Me)” como guiño a su primer álbum, pero también como recordatorio de que todavía no había olvidado su relativo fracaso comercial. Una de las hazañas de The Blueprint es la manera en la que combina el resquemor de las cuentas pendientes con la euforia del éxito. JAY-Z lo tiene todo, pero aún suena hambriento.