Un monumento al individuo que sigue su intuición creativa.
Blonde
Frank Ocean
5
En los cuatro años transcurridos entre channel ORANGE, su primer álbum, y Blonde, el segundo, Frank Ocean había revelado en las redes sociales algunos aspectos de su vida privada, como por ejemplo que había estado enamorado de un hombre, pero sin abandonar su naturaleza enigmática y reacia al brillo de la fama. Sus nuevas canciones parecían caer del cielo antes de que el artista desapareciera sin dejar rastro. Blonde vio finalmente la luz tras Endless, una pieza experimental emitida en streaming, y su salto al mundo editorial con la revista de edición limitada Boys Don't Cry. Ese carácter escurridizo parecía formar parte de una mística bien meditada. Hasta su aparente indecisión sobre la ortografía oficial del título, puede verse ahora como una travesura.
Endless capturaba la belleza mundana de Ocean trabajando a su ritmo en el estudio sobre un fondo de música ambiental, expansiva y un tanto abstracta. Blonde desarrolló esas ideas y las dotó de una forma más definida, con enfoque minimalista, frescura vocal y letras de largo alcance narrativo. La seguridad en sí mismo fue crucial para transformar su segundo álbum en un proyecto multimedia y esa confianza es evidente también en canciones que demuestran un nuevo aplomo en la voz (“Solo”) y dan rienda suelta a sus impulsos más excéntricos (“Good Guy” o “Pretty Sweet”, entre otras).
A lo largo de una hora que pasa volando, el artista explora los espacios más diversos y demuestra una fe insobornable en la idea de que el público terminará conectando con su singularidad artística. El éxito de Blonde estableció a Ocean como un artista único en su generación, singularmente dotado para las complejidades y las transformaciones vertiginosas de la segunda década del siglo XXI.
“Siempre le digo que me gusta mucho más que channel ORANGE. Prefiero no hacer comparaciones, pero las estructuras libres de Blonde, los acordes que usa y todo ese rollo me llegan más”.
Tyler, The Creator