La obra definitiva y desgarradora de una estrella del pop renacida
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Con el éxtasis góspel del tema que le da título y un vídeo que mezclaba religión y deseo interracial como tarjeta de presentación, Like a Prayer solo podía ser obra de Madonna, una estrella del pop a la que el infierno mediático había terminado de convertir en una artista de los pies a la cabeza. Más allá de alguna referencia a su divorcio de Sean Penn, especialmente en el synthpop de “Till Death Do Us Part”, los momentos más personales del álbum son en los que Madonna habla de sí misma y no de su ex.
“Promise to Try” es una emocionada meditación sobre la muerte de su madre y “Oh Father” lanza una mirada implacable y tierna al mismo tiempo a la relación con su padre. Más allá, “Express Yourself” es un himno de fuerza irresistible que hizo por Madonna lo que “Respect” por Aretha Franklin, además de servir como manifiesto definitivo de su ineludible influencia cultural.