La ira es un don.
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Sería interesante conocer el número de adolescentes que descubrieron la figura del Che Guevara, o descubrieron que el FBI investigaba a Martin Luther King por su oposición a la guerra de Vietnam, gracias al primer álbum de Rage Against the Machine. Mientras que álbumes como Nevermind llevaron la música del underground al mainstream, Rage llevó su militancia política.
Como las figuras revolucionarias, los raperos y el hard rock que lo inspiró, Rage Against the Machine usa las mayúsculas de principio a fin. Sus momentos más perdurables, del ataque contra la hipocresía racista en “Killing In the Name” al memorable verso que anuncia que “Anger is a gift” (La ira es un don) en “Freedom”, tienen el impacto instantáneo de un canto de protesta. La urgencia no es solo una metáfora de su mensaje, sino una manera de devolver el poder al común de los mortales. Tres décadas después, se mantiene como un álbum tan eficaz en lo físico como en lo intelectual.