El álbum de soul más expansivo y visionario jamás grabado.
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En 1974, Stevie Wonder, la estrella de pop más aclamada por la crítica, se planteaba abandonar la industria musical. Por eso, cuando Songs in the Key of Life vio la luz dos años después, la demanda fue tan alta que se convirtió, en su momento, en el álbum que más rápido se vendió de la historia. Todo quedaba perdonado.
En su nuevo álbum, Wonder se coronaba como benévolo emperador de un cosmos habitado por una fastuosa colección de canciones. A lo largo de sus casi 90 minutos, Songs in the Key of Life suena fresco y melódico, ambicioso, profundamente personal y a menudo excéntrico. En la época de la épica rock más exagerada, había dado forma a uno de los álbumes de soul más visionarios y expansivos de la historia.
Por un lado, encontramos las efusivas melodías de los éxitos “Sir Duke” y “I Wish”, banda sonora de bodas y fiestas de todo tipo durante décadas. En el polo opuesto, irrumpe el soul descarnadamente realista de “Village Ghetto Land” y “Pastime Paradise”, en las que Wonder se baja del escenario para lamentar el abandono del sueño nacido durante la lucha por los derechos civiles. Abriendo el segundo álbum del doble LP, su hija Aisha aporta aún más dulzura a la tierna “Isn’t She Lovely”.
En el tramo final, Wonder despeja la pista de baile con los 15 minutos de suntuoso góspel disco de “As” y “Another Star”. El momento definitivo de Songs in the Key of Life, sin embargo, quizás llegue con una de las canciones extra editadas en el EP que acompañaba al álbum de vinilo. “Saturn” empieza como una fantasía afrofuturista que evoca el espacio exterior y atraviesa años luz para terminar en un parque urbano en el que los niños juegan a la comba. Más que una simple colección de canciones, este álbum representa una visión sonora, cultural y emocional del mundo.